Espacios. Vol. 15 (2) 1994

Universidad, tecnología y empresa

University, Technology and companies

Alfredo Cilento Sarli


2.- “El conocimiento es el que impulsa la economía y no la economía la que impulsa el conocimiento”. (A. Tofller)

Para que aquellas tres condiciones: conocimiento, experimentación y evaluación, trasciendan al simple estudio de lo cotidiano, la universidad debe hurgar en la historia, conocer y documentar el pasado, para construir escenarios futuros. Máxime cuando coincidimos con Eric Ashby al señalar que “la función de la universidad es darle a la sociedad no lo que esta quiere, sino lo que necesita, y ambas cosas no siempre coinciden”. (Ashby, 1969).

Lo que una sociedad necesita no es una exigencia al pasado sino al futuro y, por ende, la forma como se usará la tecnología adquirida y como se producirá y usará la tecnología propia, tiene que analizarse dentro de escenarios futuros.

J. D. García Bacca nos ha señalado que ciencia y tecnología en mayor grado, e historia y filosofía en menor grado constituyen los componentes básicos de la “atmósfera cultural de nuestra época”, dice el ilustre pensador “Nada de teoría pura, contemplativa, abstracta cual idea final, o visión eterna de la Verdad-Dios; sino teoría para saber qué es una cosa y sabido el qué es, aprovecharla, transformándola o no, para qué sirva al hombre. Aquí está nuevamente el qué es: conocimiento y el para qué: experimentación y evaluación de los efectos, responsabilidades que hemos atribuido a las universidades.

Evidentemente el “para qué sirven las cosas” tiene que ver, hoy en día, básicamente con la demanda, es decir, el mercado, y con lo socialmente aceptable.

La incertidumbre del mercado y de aceptación por los usuarios es, por lo general, mucho mayor que la incertidumbre puramente tecnológica puesto que el reino de lo tecnológicamente factible es inmensamente más amplio que el de lo económicamente rentable, y ambos son más amplios que el reino de lo socialmente aceptable. (Freeman y Jahoda, 1978).

Por lo tanto, la experiencia de los pronósticos tecnológicos, económicos y sociales señala cuan importante es relacionar sistemáticamente lo técnicamente factible con la evaluación de lo que es económicamente aceptable. La interacción de lo tecnológico, económico y social es el tema fundamental de los pronósticos y esta interacción debe ser vista como una evaluación sistemática de una gama de opciones probables, cuyas consecuencias anticipadas son deseables en diferentes grados. (Freeman, 1993).

Al mismo tiempo, la existencia de pronósticos o escenarios, construidos sobre la base del perfecto conocimiento de realidades y tendencias, es un pre-requisito para el éxito económico de la producción de que se trate.

En relación a este tema, es bien conocida la experiencia del MITI (Ministerio de Comercio Internacional e Industria del Japón) que durante los últimos 40 años, en la búsqueda de objetivos estratégicos de largo plazo para estimular nuevos desarrollos tecnológicos e industriales, ha desarrollado una “visión” bien fundamentada del futuro, en colaboración con la comunidad científica y tecnológica y con la industria.

Esta “visión” ha influido en los procesos de toma de decisiones, a lo largo y ancho del sistema de innovación, relacionados con las actividades de investigación, desarrollo y cambio estructural: así como en la profunda penetración de los mercados internacionales.

La innovación es un valor que debe ser aceptado como objetivo de la sociedad, y debe ser desarrollado para que pueda convertirse en un fenómeno económico y social. Por ello, es un valor estratégico relacionado con la actitud de las personas, las instituciones y las empresas, e implica una especial habilidad, individual o institucional, para reaccionar ante los menores cambios en el entorno. Se ha dicho también que la innovación puede transformarse en norma de conducta y por lo tanto no debe ser vista como una amenaza sino como una oportunidad. En ambientes de incertidumbre, la planificación estratégica es un instrumento que permite, a través del conocimiento preciso del entorno, una clara visión de los objetivos que se persiguen, con el fin de instrumentar las políticas y planes más adecuados para alcanzarlos. Es precisamente la búsqueda de oportunidades en la incertidumbre. Se trata de precisar al máximo los efectos futuros de las políticas y decisiones actuales, la cual requiere el estudio y observación permanente de la cadena de causas y efectos que ocurren en un período como consecuencia de acciones pasadas, presentes o que pudieran adoptarse. (Cilento, 1991).

Las universidades tienen un papel preponderante en la construcción de esas visiones o escenarios futuros puesto que además de productoras de nuevos conocimientos, se supone que son las instituciones mejor habilitadas para el manejo del conocimiento existente: es decir, son empresas cuyo activo fundamental es el conocimiento multidisciplinario y éste es hoy en día, un activo de muy alto valor, que las instituciones académicas parecen renuentes a transformar en ingresos monetarios.

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